viernes, agosto 18, 2006

¿Dónde quedó la libertad?

Jean Jacques Rousseau inicia su obra, El contrato social, con una inmortal frase: “El hombre ha nacido libre, y sin embargo, vive en todas partes entre cadenas”. ¿Qué tanto hay de cierto en ella? Demasiado. Y después continúa en el capítulo IV: “Si un individuo – dice Grotio – puede enajenar su libertad y hacerse esclavo de otro, ¿por qué un pueblo entero no puede enajenar la suya y convertirse en esclavo de un rey?”. Por su puesto que la sociedad francesa de 1762 era muy distinta a cualquier sociedad actual, y mucho más a la mexicana. Sin embargo los sucesos históricos pueden repetirse de cierto modo azarosamente. Con esto no me refiero a que algo en la actualidad pueda ser exactamente igual a algo vivido cientos de años atrás. Las sociedades convergen y se desarrollan a su propio modo, siempre siendo influenciadas por la gente y las demás. Las naciones se sujetan a la evolución constante del mundo. La globalización ahora es un fenómeno incontrolable al que todos los países, sin importar su ideología, deben aprovechar para su desarrollo. No se puede pretender vivir en una utopía en la cual el exacerbado nacionalismo prohíba moralmente interactuar en libertad con los demás seres. Esto, en definitiva, es un error en el cual han caído muchos países.

Habría que hacer una semblanza de ciertos sucesos contemporáneos en los cuales se pueda observar que la libertad ha sido mermada. No porque avance el tiempo, la mentalidad de las personas evoluciona al mismo ritmo; es más, en algunos casos, parece retroceder y buscar en el pasado anhelos imposibles. Lo ideal es que fuera de este modo, pero la realidad es que sólo unos pocos lo logran. Quizá no sea culpa de esas personas. El desarrollo psicológico de una nación está estrechamente relacionado con el tipo de gobierno del que ha sido víctima durante su historia. Muchas veces se busca culpar al político de los males que un país esté enfrentando, pero esa gente que juzga no se ha puesto a pensar en que el gobernante no es más que un individuo que se desarrolló en esa sociedad. Hay que recordar que todo es un caldo de cultivo del futuro: lo que hoy se hace, mañana o en algún tiempo aún no transcurrido rendirá frutos, buenos o malos, pero reales. Es por esta razón que los pueblos reaccionan de manera diferente, pues nadie ha tenido la misma historia, pero sí ha vivido esos procesos en ciertas condiciones junto al resto del mundo. No se puede entender el desarrollo de un país sin tener en cuenta los factores de todo el globo. Uno de los ejemplos que sería pertinente describir a enormes rasgos, es el caso de la patria gobernada por el anciano Castro.

Cuba. Un país que ha atravesado una crisis durante toda su historia contemporánea. Es una sociedad que ha estado oprimida durante muchas décadas y que, lamentablemente, habrá de seguir en el mismo estado. La revolución cubana se gestó en ese momento en el que los ideales comunistas estaban presentes en millones de personas. Muchos fueron los que iniciaron este movimiento, pero fue uno el que brilló por sus actos: Fidel Castro. Por su parte, Fulgencio Batista fue un militar que buscaba el poder, terminando su vida política en la isla como un dictador durante el periodo de 1952 a 1959. Los movimientos comunistas eran reprimidos y el país parecía que hacía agua. Llegaría entonces el ideal de igualdad social, la desaparición de las clases: el Estado comunista. Triunfa la revolución cubana y Batista se refugia en España; las ciudades de Santa Clara y Santiago de Cuba son tomadas por el Che Guevara y Fidel Castro. Este último asumiría en breve tiempo el gobierno la isla, primero como Primer Ministro y después como presidente vitalicio. Hoy en día Castro es una figura, no política, más bien cuasi religiosa y de culto. Sigue siendo el hombre que con sus ideales de libertad logró eliminar la opresión de Cuba para traer el socialismo. Pero, ¿cuánta de esta libertad sigue existiendo en la isla? La cruel realidad es que ese concepto es un fantasma. Es una nación donde sólo se ve en blanco y negro; un país bien educado, pero que no puede usar dicho conocimiento, pues no tiene libertad. La dictadura de Castro – así los neo socialistas digan que no existe – es el ejemplo más tangible de opresión que podemos tener ante nuestros ojos. En teoría los cubanos son dueños de todo, porque ésa es su tierra y Castro es sólo un representante de todos. La realidad es que el pueblo es dueño de nada. Cuba no es una patria de libertad, es una zona de un esclavismo sui géneris, donde el mar funge como barrera natural para cientos de presos políticos. Está demás decir que en ese lugar el Estado es dueño de todo, y que la propiedad privada no existe. El problema es que el Estado no sirve para generar riquezas, sino para procurar el ambiente propicio para que el capital llegue, siendo acompañado en muchos casos, por iniciativa privada y nacional. Muchos dicen que en Cuba no hay pobreza, y sigo sin entender por qué hacen esa afirmación tan audaz cuando podemos ver que la gente no tiene en qué caerse muerta. La educación es un constante lavado de cerebros donde los preceptos comunistas se transforman en dogmas de fe. La única libertad queda en la mente de los ciudadanos. Eso sí: Castro puede utilizar ropa Adidas, así ésta sea una marca del imperialismo

"De todas las tiranías, aquélla ejercida por el supuesto bien de sus víctimas es la más opresiva" Dice C.S Lewis. Esto se aplica perfectamente a Cuba y también podría ser válida para México en estos momentos. Son países que no tiene que ver. Castro es un dictador. López Obrador está lejos de ser parecido a él o a Chávez; más bien es un hombre demagogo que ha hecho que el pueblo, como ya había mencionado en la cita de Rousseau, enajenara su libertad, así enajenando la libertad de muchos otros habitantes de la capital. Hace poco un séquito de sus seguidores fueron hasta el congreso para bloquear la calle y protestar. El resultado fue el enfrentamiento entre policías y manifestantes. Los que piden el recuento dicen que se les quita su derecho a poder manifestarse libremente, al mismo tiempo que le quitan la libertad de tránsito a todos los demás que no están de acuerdo con su causa.

Yo sólo estoy esperando el 15 de Septiembre, día en que se festeja la independencia de México, cuando dejamos de ser la patria controlada por España y pasamos a ser la nación libre que nos pertenece a nosotros. Este año, aquellos que exigen el recuento irán a manifestarse al Zócalo. Por otro lado, también piensan interferir con el desfile militar. Yo afirmo una cosa: la libertad no existe ni existirá, más bien lo que nos libera es la búsqueda por ella. Sin embargo esa búsqueda no puede transgredir la de los demás.

viernes, agosto 11, 2006

Turismo a grandes rasgos

¿No estamos hartos ya de tanta politiquería? En esta entrada podría analizar más a fondo a López Obrador, pero ese hombre es una persona tan ambigua, que desalienta. Yo, como capitalino, sufro del acarreo de los simpatizantes de su causa. Estoy de acuerdo con los movimientos sociales, siempre y cuando no afecten la libertad de las personas. Yo siempre he creído que ese concepto conocido como "libertad" no existe, más bien la búsqueda es lo que nos libera. Lo que hace López es transgredir cualquier percepción de esa palabra.

En la entrada anterior dije que de regreso de mi viaje vi montones de camiones repletos de gente que iba con destino a la ciudad de México, con el único fin de asistir a una de esas asambleas infómativas del señor en cuestión. Bien... pues ahora hablaré sobre la escena anterior a ese viaje por carretera. Ya lo había escrito en cierto lugar, pero a falta de inspiración pecaré de autoplagio:



Lo más predecible es la consecuencia final de todo suceso. No sabemos en qué acabará, pero sabemos que tiene un fin. Esta vez lo que acabó fue mi viaje al sur de México y mi flojera por escribir este journal. Y también se acabaron unos cuantos libros en el viaje de regreso, pues aguantar la carretera de Quintana Roo es tarea titánica, porque como siempre, padre gobierno no iniverte en lo que debería.

¿Qué cosas vi por allá? Francesas, pirámides y más francesas. Ya es parte de la realidad de nuestro país que los sitios arqueológicos sean visitados casi exclusivamente por gente de Europa y muy pocos mexicanos. Ellos quedan maravillados ante los grandes templos que se construyeron en tiempos anteriores, que se elevaban e imponían su grandeza ante la naturaleza y los ojos de cada uno de los humanos que tenían (y ahora tienen) el privilegio de ver. No es para menos: la cultura maya es, por mucho, la más importante de américa en el aspecto cultural (sic). Claro, algún peruano me dirá que la cultura inca fue mucho más importante, y que el entierro del Señor de Sipán es lo más hermoso y opulento que pueda existir. Yo, como amante de esas civilizaciones perdidas, no discrepo del todo, sino que simplemente me parece que los mayas fueron hombres que trascendieron en el tiempo y en su propia realidad. No por hacer las pirámides más altas (que las tienen) ni por tener la escritura que es considerada la más sofisticada y hermosa, sino, más bien, por todo lo que fueron ellos: un pueblo demasiado avanzado que vio su decadencia cuando otras culturas guerreras florecían. Y sobre todo por ese misterio siempre presente, por esos templos de rocas antiguas que parecen hablar y contarnos una verdad que muchos han querido ignorar.

En los tiempos del auge maya, en el periodo clásico, existieron cuatro grandes potencias: Palenque, situado en Chiapas, México; Tikal, situado en Guatemala; Copán, allá en Honduras; y Calakmul, perdido en Campeche, México. Las tres primeras son las más reconocidas y exploradas, mientras que Calakmul está gravemente olvidada, a pesar que ésta derrotara a Palenque alguna vez, o cuando se alió con Caracol para derrocar a Tikal, la gran potencia del mundo maya que controlaba la región del Petén. Actualmente el sitio está en terrible estado y la ruta de acceso es muy complicada. Y si así son tratadas grandes potencias, los sitios pequeños no contarán con el apoyo del gobierno para su investigación. Claro ejemplo de lo que digo es el sitio arqueológico Cobá, situado en Quintana Roo, al que llegas por una horrible carretera incompleta. En su tiempo de auge, este sitio fue de esos que lograron controlar su región, así también crearon enormes sacbés (caminos) que conectaban a las demás ciudades-estado. En la actualidad es un sitio con nula restauración, con lo cual no se puede apreciar del todo su belleza. A la entrada no vemos un cartel de "Bienvenidos a Cobá", sino de una manta de protesta que reza "Por el bien de la cultura y los sitios arquelógicos, pedimos la descentralización del INAH".

Es muy interesante ver esto y apreciar también la poca afluencia de mexicanos. Mientras que los extranjeros, franceses y alemanes en su mayoría, se deleitan entre los templos y las explicaciones que los guías dan en un pésimo inglés o francés en todo caso. Eso sí... ver montones de rubias no molesta en lo más mínimo, porque si algo tienen los europeos es que son una raza bastante estética, pero no con tanta cultura mística, salvo por los griegos.


Para ver otras fotos sobre los sitios arqueológicos, entren a mi galería en el DeviantArt: http://cronosmu.deviantart.com/

Sobre mí­

  • En teorí­a soy Cronos
  • Proveniente de la Ciudad de México, Mexico
  • No soy más que un defeño que, por alguna razón maléfica y mística, se siente orgulloso de serlo. Quizá sea porque he vivido aquí toda mi corta vida. Sin saber cómo, poco a poco empezó a despertar en mí un gran interés por la política, la cultura, la literatura y por último, pero no menos importante, el metal.
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